viernes, 1 de junio de 2012

Mirar a un extraño

El día amaneció con un sol brillante y un calor abrasador. Ámbar miraba a los niños que jugaban casi desnudos en la calle y sentía envidia por su falta de vergüenza.
Habían pasado varios días desde que le robaran en la calle y siempre que miraba alrededor se preguntaba si estaría viendo al ladrón sin saberlo.
Se quedó un rato allí observando a los hombres que pasaban por la calle. De repente vio que uno la miraba y no apartó a mirada cuando vio que ella lo miraba. Fue extraño para ella, aquel hombre despertaba su curiosidad.
Alguien le tocó el hombro y rompió el contacto visual para ver quién la llamaba. Era Xila, su prima, aunque en realidad no era hija de su tía, ésta la había encontrado cuando sólo tenía unos meses de vida y se había hecho cargo de ella.
Xila era rubia con una piel blanca rosada y unos ojos de un azul que parecía casi transparente, su belleza era abrumadora. Con sólo dieciséis años ya tenia más pretendientes que su prima, pero esto no la convertía en una engreída como solía sucederle a algunas en su caso. Tenía una personalidad fuerte y no se dejaba influenciar.
Ámbar la vio preocupada y le preguntó:
-¿Qué te ocurre Xila? Tienes mala cara, ¿ha pasado algo?
- ¡Lo saben, estoy segura!
- Te refieres... ¿a que saben que estás enamorada de él?
- Sí. ¡Van a obligarme a que no lo vea más! Ámbar ayudame, yo lo quiero a él.
- Si lo saben no puedo ayudarte, sabes que no puedes estar con él. Tu eres de esta ciudad y no puedes salir de aquí, eso implica que tienes que estar con alguien de aquí, no te dejarán salir...
- ¡Yo no soy de aquí! Vamos no me digas que no te has dado cuenta... Tú sabes como yo que yo no pertenezco a esta ciudad, no soy como vosotros...
- Xila...
- Me fugaré con él, ¡nadie va impedírmelo!
- Xila espera... Te ayudaré, pero tienes que prometerme que esperarás. Entiendo que es duro pero si sale mal... podéis acabar separados para siempre.
- No... por favor...
Xila tenía lágrimas en los ojos y no paraba de gimotear. Hacía un año que había conocido a Nerk y se habían enamorado. Desde entonces salía a escondidas por la noche para verle. Nerk era de otra ciudad cercana, pero los habitantes de la ciudad del ámbar no podían salir de allí, salvo para hacer negocios y volver más tarde. Pero ella sabía que no era de allí, su aspecto la delataba, no había nadie más con su color de piel, con su pelo rubio blanquecino, nadie con sus ojos... Nerk era como ella, rubio y hermoso.
De pronto Xila dejo de llorar y dijo:
- Ámbar, hay un hombre que no deja de mirarte, ¿lo conoces?
- Mmm no, pero tampoco parece de aquí, ¿no crees?
- No, no hay gente con la piel tan oscura por aquí.
- Creo que deberíamos irnos. Ah, Xila, esta noche no puedes ver a Nerk.


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